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Confesión

Cuando abrí mi primer blog, hace poco más de diez años, escribía casi todos los días. Había encontrado una forma de expresar que me hacía sentir libre, que me obligaba (una obligación autoimpuesta) a inventar mundos, personajes, situaciones con dolor, con humor, con vida. Por primera vez en mi vida me atrevía a escribir ficción y varias cuestiones cotidianas que me interesaba retratar o que necesitaba sacar de mí. A la par, iba leyendo a otras personas ante las que me maravillaba por la facilidad con la que parecía que hilaban sus ideas por escrito, personas que me hacían sentir, que me llevaba a seguir sus situaciones, opiniones, creencias. Poco a poco se formó una comunidad, las ideas iban y venían en forma de posts y comentarios. Yo no contaba con miles de seguidores pero quienes me leían eran suficientes para mí, encontré calidez en sus palabras, una relación de atención mutua con personas a las qué tal vez jamás vería cara a cara y otras con las que, hasta hoy mantengo algún conta
Vamos de nuevo. Escribir. Necesidad de silencio y soledad. Tranquilidad para pensar, para escucharse. ¿Necesidad? Intento de huidas fallidas. Escribir, ¿cómo acto de soledad? Si la paradoja es esperar ser leída, acogida. Escribir para sentir que hay algo más que el deber cotidiano; no sólo el asalariado es el que necesita voz. Escribir para evitar que les otres para los que estás, para les que eres, te devoren. Antropofagia, ginofagia como acto de amor más que como acto de deseo. La sacrificada no es joven ni virgen, aunque igual le sacan el corazón, igual muere un poco. Escribir dicen, como acto de resistencia ante lo que nos cansa o escribir para sublimar lo que duele. Escribir como una forma desesperada de afirmarse frente a todo eso que no eres. Como todes, escribir para permanecer, escribir también para soñar, alguien ha dicho que para sobrevivir. Escribir cuando ya no puedes decir pero no puedes dejar de pensar. Escribir por la alegría de saber (a abuela no la dejaron ir a la es

ESTAR

Soy la casa que se habita pero no se limpia, no se pinta; a la que no se da mantenimiento porque no es propia aunque es parte de la vida. La impresentable, de la que no se escribe, a la que no se sueña ni se le fotografía. Soy un espacio amorfo, enmarañado y a pesar de todo, o por todo astrífero y olvidado.

Enfermedades psicosomáticas

reminiscencias de viejos rencores retóricas repetidas de romances fútiles que abarrotaron plazas auditorios salones habitaciones para dejarnos soles. (soles como experimentación de lenguaje inclusivo para mostrar que me quedé sola, y te quedaste solo) La vida se construye de actos invisibles cuando dejas de hacerlos se notan, se notan cuando alguien más los hace como cuando alguien  nadie te acompaña. Nariz, ojos, estómago oídos.

Nuevo blog

Escribir una nueva entrada de blog en un nuevo blog no es nuevo para mí, es más bien, una forma de recomenzar cuando las ansias de escribir se escapan de la voluntad, de la institución, de la academia, del corazón, de los recuerdos, de la música, de la imaginación y no se halla un espacio en donde colocar lo que se trae encima para que sea clasificado aunque sea mi firme intención escribir de nuevo cuentos, intentar hacer crónicas, poemas o entradas de diario fallidas (y sé que serán fallidas porque la vida no me da el tiempo para ser constante, además, quién no se fastidia de sí mismo de vez en vez, quién quiere llevar registro de cada uno de sus días si al hacerlo ya se es consciente que el relato, por más íntimo, lleva un sentido, que somos incapaces de soltar la pluma como las cosas ocurrieron porque nuestro ego requiere de su propia narrativa, culpa del psicoanálisis que tal vez algún día consiga, a persistencia de consulta, asesinar a la literatura). Sé que esta necesidad de esc